Por arte de magia. Sucedió de repente, sin esperarlo. A golpe de varita, mi hija Martina me transformó en una bici. Y no en una fixie hipster molona que está tan de moda, no. Durante unos instantes fui una bici infantil rosa, con ruedines y asiento para muñecas. Y sin pito, para más inri.
La cosa no se quedó ahí. Martina encontró un filón conmigo y mis metamorfosis. Todo lo acontecido fue «misteriosamente» filmado por mi cámara y posteriormente expuesto en su cole, con todos sus compis venga a partirse la caja de mi.
El montaje, un claro homenaje al cine de George Méliès, podéis verlo a continuación.
Me encanta la magia. Quizás por eso me dedique al cine, y quizás por eso disfrute tanto de ser padre, porque… ¿qué hay más mágico que de la unión de un espermatozoide y un óvulo crezca un ser capaz de reir, llorar, amar y ver Frozen doscientas millones de veces sin agotarse?
Bienvenidos al Rincón de Papá, un pequeño espacio donde trataré de contaros los aspectos más divertidos de la paternidad. Que empiece el espectáculo.
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